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Por Oliver San Juan, Tax Manager de Grant Thornton Chile

Acuerdo G20 sobre Impuesto Mínimo Global: Anticipemos sus impactos y actuemos

Hace unos pocos meses los mandatarios partícipes de la Cumbre G20 anunciaron el establecimiento de un impuesto mínimo global de 15%, el que comenzaría a regir en el año 2023. En su momento la noticia provocó una ola de titulares en medios de todo el mundo, pero ya estamos en 2022 y es bueno comenzar a adelantar el impacto que puede llegar a tener la implementación de esta medida.

Para comenzar, sólo considerando su impacto económico, las estimaciones apuntan a que podrían llegar a generarse cerca de US$ 150.000.000.000 al año, por concepto de recaudación de impuestos. Es una cifra enorme, pero aún así en algunos países, y por distintas razones, el impacto será aún más preponderante. 

Irlanda es un ejemplo, porque en ese país europeo actualmente las multinacionales pagan un impuesto inferior al 15%, y, por lo tanto, para estar en condiciones de cumplir con este acuerdo, las autoridades deberían efectuar modificaciones relevantes a su legislación tributaria.

Por otra parte, el pacto aparentemente daría por finalizada la discusión que algunos países mantenían respecto a la incorporación de un eventual impuesto digital aplicable a las grandes compañías tecnológicas, lo que afectaba principalmente a empresas estadounidenses.

En cualquier caso, es difícil prever que este acuerdo por sí solo llegue a eliminar la “competición impositiva” que existe actualmente entre los países. Este concepto alude a una suerte de competencia entre los Estados para establecer beneficios fiscales más atractivos con el fin de que llegue inversión extranjera. Pero, de todos modos, con seguridad el acuerdo sí limitará de manera importante dicha competición.

Cabe ahora preguntarse cuál podría ser el impacto en Chile del acuerdo adoptado en la última reunión del G20.

Es difícil adelantar con exactitud las consecuencias que tendría la implementación de este impuesto mínimo global en el país. Esta dificultad se agudiza considerando que en marzo de este año se instalará un nuevo gobierno, que llegará a La Moneda con una propuesta para llevar a cabo una reforma tributaria importante y que posiblemente cambie de manera relevante las reglas del juego.

Sin embargo, cualquiera sea el escenario, implementar el impuesto global sin duda obligará a realizar toda una revaluación de las estructuras contables-tributarias, organizaciones y mallas societarias que tradicionalmente pudieron ser funcionales para maximizar ganancias, por un lado, minimizando impuestos, por otro. Ante la incorporación de este Impuesto Mínimo Global, ese tipo de medidas casi con seguridad dejarán de ser útiles para obtener los resultados para las cuales fueron originalmente diseñadas.

Desde ya la recomendación para las empresas es que aprovechen el tiempo y también el hecho de que la aplicación de esta medida aún no es una certeza, para evaluar con anticipación los cambios que pudiera ser necesario implementar en sus organizaciones. Una adaptación previa a la nueva realidad evitará sentirse sorprendidos y verse de pronto obligados a reaccionar de forma urgente, con los eventuales impactos negativos que una actuación precipitada suele generar.

Como indica el dicho, “el tiempo es lo que más queremos, pero lo que peor usamos”.