Columna - Consultoría Financiera

Información financiera y contable de calidad con balances trimestrales: El cambio cultural que pymes y startups deben generar

Eugenio Poblete
Por:
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A lo largo de una serie de artículos hemos destacado que, a pesar de existir actualmente en Chile un ambiente para hacer negocios menos atractivo que en otros períodos, se sigue registrando un buen número de transacciones (compra y venta de empresas) a nivel de pymes y startups.

Las noticias al respecto son una constante: los medios reportan frecuentemente que grupos inversores tanto locales como extranjeros están buscando activos para adquirir, o que ya los compraron. Y, claro, ello implica que por el otro lado existen emprendedores que están dispuestos a transferir su emprendimiento.

En este sentido, también hemos resaltado que un inconveniente para el buen término de las transacciones es la escasa calidad de la información financiero-contable histórica que se elabora en este tipo de compañías. Este es un factor clave: sin un buen balance es imposible saber con certeza lo que se está comprando, la rentabilidad real del negocio y, por ende, valorizar correctamente el activo.

Producto de esta situación, permanentemente observamos cómo una transacción se extiende a lo largo de años antes de concretarse, o incluso acaban por fracasar en el momento del due diligence.

Por ello, un tema de fondo es que pymes y startups logren desarrollar una cultura corporativa acostumbrada a generar información financiera y contable de calidad, y ojalá con balances trimestrales, al estilo de las sociedades que reportan a la CMF, por ejemplo, aunque adaptados a su realidad en cuanto a magnitud, alcances y contexto.

Esta es una condición imprescindible para permitir que el dinamismo que hasta ahora ha caracterizado a este segmento de empresas continúe sin freno, generando oportunidades de negocio y, más importante aún, puestos de trabajo, riqueza y desarrollo económico.

Si la organización internaliza este comportamiento, estará en contará condiciones de brindar información fresca acerca de sus actividades y, lo que es igualmente importante, histórica, una carencia que pymes y startups -equivocadamente- han normalizado.

La consecuencia de no cultivar esta forma de llevar las cuentas se manifestará en un mal control de las obligaciones, o sorpresas que pueden ser desagradables en la posición de caja o deuda de la compañía. Todo ello va a generar ruido en el momento en que la empresa esté siendo observada para una posible compra.

Por último, no es descabellado plantear que todo emprendimiento que ya haya alcanzado cierto nivel de ventas anuales (desde los mil millones de pesos) debiese recurrir a los servicios de un auditor externo que no solamente supervise la contabilidad y el pago de impuestos de la organización: vele por toda la información que emane de ella y la presente periódicamente de forma ordenada y siempre actualizada.

Una decisión como esa implicaría un paso adelante en cuanto a sofisticación y se traduciría en que la empresa sea un prospecto más atractivo aún en caso de despertar el “hambre” de posibles compradores.