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“El futuro de la Inteligencia Artificial (IA) es colaborativo. Si bien transforma industrias, su éxito radica en integrar tecnología y humanidad. Para las empresas, esto significa capacitar equipos, garantizar la seguridad de los datos y tomar decisiones informadas. Dado lo anterior, la pregunta que persiste es si ¿estamos listos para liderar esta revolución? La respuesta dependerá de nuestra capacidad para avanzar con ética, estrategia y un enfoque humano”.

Son las palabras de Martín Longobuco, speaker internacional en materia de IA, académico y director del Artificial Intelligence Program in Businesses de La Salle de Barcelona, quien formó parte de un reciente desayuno ejecutivo con clientes de Grant Thornton Chile. 

Bajo el título “Alineando la IA con la estrategia empresarial, una mirada para la Alta Gerencia”, el especialista hizo referencia a un Futuro Empresarial y Ético de la Tecnología, señalando que su implementación no solo debe enfocarse en la optimización, sino también en el respeto por los derechos digitales, como la privacidad y la seguridad de la información personal, subrayando la necesidad de adoptar regulaciones éticas para garantizar un balance entre innovación y protección.

Cuidando la información

Hoy, a los datos se les denomina "el nuevo petróleo", y su gran desafío es definir qué es correcto e incorrecto en su uso. No existe consenso mundial al respecto, y la IA está avanzando rápidamente, pidiendo respuestas claras. Esta falta de acuerdo ético puede ser un obstáculo para el desarrollo responsable de la tecnología.

Añadió que el liderazgo empresarial debe transformarse para fomentar una cultura basada en la analítica y la protección de datos, donde cada colaborador entienda su rol en el manejo responsable de la información, siendo éste un enfoque que busca alinear la estrategia organizacional con las mejores prácticas globales.

“Los datos hay que reservarlos. Los datos son propiedad de la empresa, no de los trabajadores, ni de algún departamento. Los datos tienen que estar dignamente conservados y procesados. Más aún, nosotros somos también fiscalizadores y protectores de los datos de nuestros clientes, de nuestros proveedores, y respondemos solidariamente a cualquier proceso que vaya en contra de sus intereses. Así que la gobernanza de datos es fundamental”.

Asimismo, Martín Longobuco señaló que la IA ha evolucionado hacia modelos más eficientes que permiten un análisis más rápido y preciso, y para que esta tecnología cumpla su potencial debe estar alineada con la estrategia organizacional. Agrega que un uso mal orientado puede generar “ruidos internos” que obstaculizan el progreso.

Un caso ejemplar es el análisis masivo de documentos legales. La IA puede clasificar y seleccionar información relevante en segundos, liberando a los profesionales para concentrarse en decisiones estratégicas.

Nuevas generaciones

En un entorno donde entre el 30% y el 75% del trabajo puede ser realizado por inteligencia artificial, se requiere una cultura organizacional adaptativa y flexible. Este cambio no solo es tecnológico, sino también económico y cultural, marcando la relevancia de tomar decisiones informadas basadas en datos.

Sobre esto, Longobuco expresó que se necesita una nueva generación de científicos de datos y tecnólogos que lidere este cambio en menos tiempo del que tomó la transición industrial. “En efecto, lejos de reemplazar a los humanos, la IA funciona como un multiplicador de capacidades”, dijo. Como enfatizan los expertos, su valor no reside solo en sus cálculos, sino en cómo complementa la experiencia y juicio humano. Por ejemplo, mientras la IA puede detectar patrones, solo un profesional experimentado puede interpretar estos datos en contextos complejos.

En definitiva, las empresas necesitan claridad en su enfoque hacia la IA. Desde la implementación estratégica hasta la educación y formación de sus empleados, cada paso debe estar cuidadosamente alineado. Además, la transparencia en los beneficios y riesgos asociados con la IA es crucial para fomentar la confianza y maximizar su potencial.

En fin, este recorrido por el universo de los datos y la IA deja una reflexión clara: no solo es necesario entender dónde están los datos, sino también cómo utilizarlos de manera ética, estratégica y con un enfoque en el talento. ¿Estamos preparados para liderar esta revolución?