Una tendencia de los gobiernos corporativos en las últimas décadas es avanzar hacia directorios más profesionales, en los cuales el controlador, que en muchas ocasiones es una familia, confía en las capacidades de personeros independientes para la adopción de decisiones estratégicas en la organización.

Como es evidente, ser director de empresas es, por ende, una tremenda responsabilidad, que conlleva conocer múltiples temas y disciplinas, aun sin ser un especialista en el negocio puntual que desarrolla la compañía a la que está ofreciendo sus habilidades.

Dadas las características del mundo actual, para que un director sea realmente competente y agregue valor a la empresa, ya no basta con ser un experto en administración, saber de finanzas, macroeconomía, cuestiones políticas, marketing o logística. Dentro de los múltiples temas y disciplinas que hoy son clave y que deberían manejar casi por defecto, destacan materias que abarcan desde aspectos tecnológicos a contables, pasando por cuestiones asociadas a la evolución climática que se observa en el mundo.

Cambio climático y temas ESG

En tecnología, por ejemplo, debería ser imprescindible estar interiorizados con digitalización y/o automatización de procesos, ciberseguridad e inteligencia artificial. En materia de riesgos, por su parte, son múltiples las aristas hacia las cuales tendrían que poner atención: de fraudes, operacional, financiero, reputacional, medioambiental y de mercado, entre otros.

Los tópicos ESG son también indispensables actualmente. No estar interiorizados acerca de los efectos del cambio climático, las medidas que se están adoptando en las corporaciones para ayudar a mitigar el calentamiento global y de los indicadores que dan cuenta de cuánto avanza la organización en el combate de esta crisis, hoy por hoy, es un pecado capital para cualquier director de empresas. Los mismo con respecto a los derechos de las comunidades y las políticas para un correcto relacionamiento con quienes son impactados con las acciones que ejecuta una compañía durante el desarrollo de sus diferentes actividades.

Estos últimos son, de hecho, cuestiones que ahora las empresas inscritas ante el regulador, y más aún aquellas que cotizan en Bolsa, deben incluso reportar en sus informes financieros anuales.

En Chile, además, se están dando pasos en diferentes asuntos legales que impactan el desenvolvimiento diario de un negocio. Me refiero a la Ley de Protección de Datos o a la Ley de Delitos Económicos y Responsabilidad Penal de Empresas. Eso, sin dejar de lado el debido conocimiento de las normas de carácter general de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) y de otros organismos reguladores para empresas emisoras de valores, y las normas específicas aplicables a la industria o sector económico donde la empresa desarrolle su actividad.

Nociones a un nivel aceptable

Por cierto, no hay que olvidar las cuestiones financieras, tributarias y laborales. En este sentido, todo director de empresas debería tener nociones básicas al menos de contabilidad (incluyendo conocimientos sobre las Normas Internacionales de Contabilidad Financiera, o IFRS), normas tributarias y del trabajo, y conocimientos acerca de finanzas.

Cualquiera de los temas antes mencionados está siempre -de una u otra manera- en la pauta de una reunión de directorio, de modo que quienes los integran deben estar al tanto a un nivel aceptable de cada una de estas materias.

Está claro que nadie está obligado a saber de todo, pero en los directorios sí es una necesidad manejarse en esos tópicos. Para cumplir la función de director con responsabilidad y estar a la altura de sus labores, es ineludible que se preparen a través de la formación continua y asesorándose con profesionales especialistas en una o más de las temáticas señaladas.

Es un asunto no tan sencillo de abordar. Es exigente en tiempo y recursos, sobre todo porque los cambios personales, sociales, políticos, económicos y regulatorios son permanentes, y se vuelve desafiante poder estar constantemente actualizados. Pero si un director quiere abordar bien sus funciones, tiene necesariamente que estudiar y buscar orientación de expertos en temas específicos.

En síntesis, ser director de empresas es una misión nada fácil, pero su contribución al éxito de un negocio generando riqueza, empleo y bienestar compensará con creces dicho sacrificio